lunes, 11 de abril de 2011

Blogosfera, realidad virtual y ciudadanía

Hace algunos años nadie hubiera imaginado que podríamos tener un mundo interconectado, en el que dispondríamos de toda la información en cuestión de segundos. Véase el ejemplo de la Biblioteca Digital Mundial (http://www.wdl.org/es/), un precioso proyecto que pone a disposición del mundo, de modo gratuito, materiales publicados de todas las épocas y culturas, en diferentes lenguas. La labor concienzuda y paciente de los investigadores que debían revisar miles de fichas, documentos, obras de referencia e índices de publicaciones y artículos en papel, a la búsqueda de un dato, una fecha, un texto, les llevaba horas, días, meses o años. Y por supuesto esa labor todavía se realiza, por parte de muchos, con el cariño y la dedicación de antaño. Porque el mundo de las comunicaciones y las tecnologías de la información ha avanzado "que es una barbaridad" (como se decía de las ciencias en aquella zarzuela "La Verbena de la Paloma"). Nos ha acercado a todo y a todos, y nos ha generado una sensación de omnipotencia informativa, porque "todo está en internet", todo es accesible y, si no lo es ahora, lo será mañana. Pero, a pesar de ello, quizá por fortuna, no todo está, ni probablemente debe estar, y hay muchas cosas a donde no llegan "las redes de la red". Sea como fuere, que no es momento de hacer pronósticos (pues si algo sabemos es que, con frecuencia, la realidad supera a la ficción), lo cierto es que el poder de internet, de las redes sociales, de la blogosfera, son imponentes, omnipresentes y sorprendentes. Los acontecimientos socio-políticos a los que estamos asistiendo en los últimos tiempos dan fe de cómo el poder de los ciudadanos llamados "anónimos" (aunque en realidad siempre fueron personas con identidad que se implicaron como uno más, pero no como uno cualquiera) se ha hecho más extenso y capaz a través de la red. Una llamada a la revolución, una denuncia de un abuso, o un comentario sobre lo que sucede y lo que debería suceder, se convierten, como una creciente bola de nieve, en fenómenos de masas que a la sociología del pasado le resultarían inexplicables. Los ciudadanos se han "puesto en marcha", abandonando la pasividad y actuando de modo real o virtual, con su presencia, comentarios, acciones y difusión. Lo cual, sin duda, además de acercar a personas y culturas, poner la información y el saber a disposición de todos, y permitir la comunicación y el conocimiento, también incluye graves riesgos y la necesidad de una enorme responsabilidad. La clave para que la red no se convierta en un monstruo voraz que nos devore con sus fauces incansables es la educación. La participación de los ciudadanos es esencial, pero es imprescindible que dispongan de formación para poder interpretar, seleccionar y manejar adecuadamente la ingente cantidad de información disponible. Es necesario emplear herramientas conceptuales, lingüísticas, reflexivas, argumentativas, etc. que permitan moverse con soltura en el proceloso mar de los comentarios, los blogs, las declaraciones y los innumerables "dimes y diretes". Es fundamental que cada persona pueda hacerse una idea cabal de las interrelaciones y contextos que dotan de sentido las palabras y los acontecimientos, para que, desde la pluralidad de opciones, pueda elegir en libertad, con sabiduría y prudencia, sin ser manipulado, coaccionado, engañado, o convencido. Ser ciudadano es asumir un papel de responsabilidad. En un mundo como el nuestro ya no es posible vivir sin implicarse, ni tomar decisiones sin saber. La red nos acoge, nos ofrece datos y opiniones, nos atrapa, nos abre posibilidades, nos enreda, pero también nos exige conocer sus límites y tener conciencia de que, por enormes y aparentemente inalcanzables que sean sus extremos, la realidad está más allá, en un mar más ancho, más profundo y más libre.

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