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miércoles, 16 de marzo de 2016

Jornadas Nacionales de Bioética

Durante los próximos días 31 de marzo y 1 de abril se desarrollarán las Jornadas Nacionales de Bioética San Juan de Dios, en Granada. El tema en esta ocasión es el reto de la responsabilidad en el espacio socio-sanitario. Sin duda una cuestión central para todos los profesionales implicados en el cuidado de la salud de las personas.
En la revista San Juan de Dios hay un anticipo de lo que trataremos allí

miércoles, 13 de abril de 2011

Utopías posibles: un mundo mejor

En muchas ocasiones parece que el mundo anda demasiado descabezado y descorazonado como para tener alma y ser salvable. Cual si de una jungla se tratara, se muestra hostil e insufrible, porque las personas que lo habitan parecen preferir la violencia al diálogo, la oposición a la colaboración, el egoísmo a la solidaridad. Ya decía Sartre aquello de que "el infierno son los otros". Y en ocasiones tiene razón.

Ante tanta destrucción, dificultades y agravios a lo humano, ¿cómo poder seguir creyendo en las personas? ¿cómo seguir luchando por un mundo mejor?

Pues precisamente por eso.

El principal valor de la ética es construir utopías posibles, promover ideales que establecen lo que debería ser, sin el error de la ingenuidad, pero sí con la convicción de aquello por lo que merece la pena luchar.

Es más fácil tirar la toalla, dejarse llevar por el desánimo o la desgana, adoptar una actitud cínica y desvinculada, aparentando indiferencia o descreimiento. Es más fácil considerar que tal como está el mundo sólo cabe el "sálvese quien pueda". Es más fácil echar la culpa a los otros, a la realidad, a las circunstancias, al contexto, sin preguntarse qué podríamos hacer para cambiarlo.

Lo auténticamente valiente es atreverse a seguir soñando con un mundo mejor, construir desde el espacio limitado de cada uno en donde las acciones tienen repercusiones, aunque sea a pequeña escala.

Lo que diferencia a los "idealistas" es que quieren seguir creyendo, actúan como si fuera posible, viven de acuerdo con ese ideal, y -aunque sepan que su lucha es probablemente inútil y sus propuestas están abocadas al fracaso- no se dejan vencer por el desánimo, por la tozuda realidad, o por quienes les tachan de soñadores. ¿Acaso hay algo más importante y noble que apostar por un mundo mejor?

Esta es la llamada de atención de una hermosa película: "En un mundo mejor" (Hævnen), dirigida por Susanne Bier. Premiada con el Oscar a la mejor película extranjera este año. http://dai.ly/giAEHO En ella vemos una apuesta por un modo de vida que renuncia a la violencia, que argumenta en favor de una actuación responsable y realizada desde la convicción personal, que, sin mostrarlo expresamente, está apostando por un mundo mejor: el que vivirán los niños que están aprendiendo cómo ser personas en una sociedad injusta.

Merece la pena luchar por utopías posibles. Merece la pena apostar por un mundo mejor.



Y en medio del desánimo, también una sonrisa viene bien, aunque proceda de una campaña publicitaria. Merece la pena compartir un poco de optimismo.

lunes, 11 de abril de 2011

Blogosfera, realidad virtual y ciudadanía

Hace algunos años nadie hubiera imaginado que podríamos tener un mundo interconectado, en el que dispondríamos de toda la información en cuestión de segundos. Véase el ejemplo de la Biblioteca Digital Mundial (http://www.wdl.org/es/), un precioso proyecto que pone a disposición del mundo, de modo gratuito, materiales publicados de todas las épocas y culturas, en diferentes lenguas. La labor concienzuda y paciente de los investigadores que debían revisar miles de fichas, documentos, obras de referencia e índices de publicaciones y artículos en papel, a la búsqueda de un dato, una fecha, un texto, les llevaba horas, días, meses o años. Y por supuesto esa labor todavía se realiza, por parte de muchos, con el cariño y la dedicación de antaño. Porque el mundo de las comunicaciones y las tecnologías de la información ha avanzado "que es una barbaridad" (como se decía de las ciencias en aquella zarzuela "La Verbena de la Paloma"). Nos ha acercado a todo y a todos, y nos ha generado una sensación de omnipotencia informativa, porque "todo está en internet", todo es accesible y, si no lo es ahora, lo será mañana. Pero, a pesar de ello, quizá por fortuna, no todo está, ni probablemente debe estar, y hay muchas cosas a donde no llegan "las redes de la red". Sea como fuere, que no es momento de hacer pronósticos (pues si algo sabemos es que, con frecuencia, la realidad supera a la ficción), lo cierto es que el poder de internet, de las redes sociales, de la blogosfera, son imponentes, omnipresentes y sorprendentes. Los acontecimientos socio-políticos a los que estamos asistiendo en los últimos tiempos dan fe de cómo el poder de los ciudadanos llamados "anónimos" (aunque en realidad siempre fueron personas con identidad que se implicaron como uno más, pero no como uno cualquiera) se ha hecho más extenso y capaz a través de la red. Una llamada a la revolución, una denuncia de un abuso, o un comentario sobre lo que sucede y lo que debería suceder, se convierten, como una creciente bola de nieve, en fenómenos de masas que a la sociología del pasado le resultarían inexplicables. Los ciudadanos se han "puesto en marcha", abandonando la pasividad y actuando de modo real o virtual, con su presencia, comentarios, acciones y difusión. Lo cual, sin duda, además de acercar a personas y culturas, poner la información y el saber a disposición de todos, y permitir la comunicación y el conocimiento, también incluye graves riesgos y la necesidad de una enorme responsabilidad. La clave para que la red no se convierta en un monstruo voraz que nos devore con sus fauces incansables es la educación. La participación de los ciudadanos es esencial, pero es imprescindible que dispongan de formación para poder interpretar, seleccionar y manejar adecuadamente la ingente cantidad de información disponible. Es necesario emplear herramientas conceptuales, lingüísticas, reflexivas, argumentativas, etc. que permitan moverse con soltura en el proceloso mar de los comentarios, los blogs, las declaraciones y los innumerables "dimes y diretes". Es fundamental que cada persona pueda hacerse una idea cabal de las interrelaciones y contextos que dotan de sentido las palabras y los acontecimientos, para que, desde la pluralidad de opciones, pueda elegir en libertad, con sabiduría y prudencia, sin ser manipulado, coaccionado, engañado, o convencido. Ser ciudadano es asumir un papel de responsabilidad. En un mundo como el nuestro ya no es posible vivir sin implicarse, ni tomar decisiones sin saber. La red nos acoge, nos ofrece datos y opiniones, nos atrapa, nos abre posibilidades, nos enreda, pero también nos exige conocer sus límites y tener conciencia de que, por enormes y aparentemente inalcanzables que sean sus extremos, la realidad está más allá, en un mar más ancho, más profundo y más libre.