miércoles, 25 de enero de 2012

María Zambrano, pensadora poética

      Hace unos días se presentaron las obras completas de María Zambrano. Serán seis gruesos volúmenes, el primero de los cuales es el tercero. Se ha comenzado por él porque constituye el núcleo básico de su pensamiento, los siete libros publicados entre 1955 y 1973, 'hitos en el camino hacia su plena madurez'. 'El hombre y lo divino' destaca entre todos ellos, y en medio de sus dos ediciones se sitúan los demás: 'Persona y democracia' (1958), último libro "político" de Zambrano; 'Los sueños y el tiempo', una síntesis de su investigación sobre los sueños que se prolongará en 'El sueño del creador', que aplica sus teorías de los sueños a los géneros literarios, esencialmente la tragedia, la novela y la confesión; 'La España de Galdós' y 'España, sueño y verdad', muy relacionados entre sí como continuación de Pensamiento y poesía en la vida española (1939, vol. I), y finalmente 'La tumba de Antígona', que condensa los temas nucleares de su razón poética.

    Zambrano fue alumna de Ortega, le tocó vivir una época convulsa y difícil, tuvo que padecer el exilio, fue innovadora y atrevida pensadora, mujer en una facultad de filosofía donde eso resultaba ciertamente extraño, y sobre todo, desarrolló un pensamiento único, profundo y lleno de riqueza no sólo filosófica, sino también literaria.

       Zambrano ha sido inspiración para muchos, y desde luego, ejemplo para quienes nos dedicamos a la filosofía y para quienes escribimos con ánimo de hacer pensar, de compartir experiencias que puedan servir para cambiar el mundo. Por eso este blog. Por reflexiones como las que recogen estas palabras magníficas de María Zambrano en un inolvidable texto de 1934 titulado "Por qué se escribe": 

       «Un libro, mientras no se lee, es solamente ser en potencia, tan en potencia como una bomba que no ha estallado. Y todo libro ha de tener algo de bomba, de acontecimiento que al suceder amenaza y pone en evidencia, aunque sólo sea con su temblor, a la falsedad.

Como quien lanza una bomba, el escritor arroja fuera de sí, de su mundo y, por tanto, de su ambiente controlable, el secreto hallado.

Lo que se publica es para algo, para que alguien, uno o muchos, al saberlo, vivan sabiéndolo, vivan de otro modo después de haberlo sabido; para librar a alguien de la cárcel de la mentira, o de las nieblas del tedio, que es la mentira vital.»

No hay comentarios: